UNA DE LAS OBRAS CUMBRES DE LA LITERATURA PIANÍSTICA ANALIZADA Y COMENTADA POR EL PIANISTA MTRO. SERGIO ELENA.


Nº 1, Op. 2 nº 1

La sonata nº 1 Op. 2 nº 1 en Fa menor compuesta en 1795 está dedicada Joseph Haydn. Alguien propuso a Beethoven incluir en la dedicatoria "al Maestro Joseph Haydn" o " a mi querido Maestro" pero Beethoven rehusó enérgicamente tal sugerencia y decidió poner: "a Haydn". Y punto. Así a secas. Beethoven ya había expresado que "de Haydn no se podía aprender nada" (!) Si bien la sonata Op. 2 nº 1 inicia el Ciclo de las “32” Beethoven ya había compuesto otras sonatas: las tres WoO 47 “Sonatas del Príncipe Elector”; pero es a partir de ésta que podemos apreciar una fuerte personalidad y la búsqueda de la individualidad a través de un lenguaje original. Por supuesto que se podía aprender de Haydn y mucho: las técnicas utilizadas así lo evidencian –véase por ejemplo 'Tema y variaciones' también en Fa menor de Haydn-. Es llamativa para la época la elección de la tonalidad de Fa menor para abrir un ciclo. ¿Premonición y anticipación beethovenianas? Recordemos que las sonatas de Schumann, Chopin y la de Liszt están en modo menor. Más adelante estudiaremos la relación del Do menor y su fortísima carga simbólica entre maestro y alumno. Evidentemente y en términos psicoanalíticos existía un problema entre ambos en relación al orden simbólico establecido: ‘En el Nombre del Padre’. Pero por ahora podemos decir es que la tonalidad escogida de Fa menor vehiculizó la pulsión creativa y la ruta o canal de individualidad/individuación.

Conocida como “La pequeña Appassionata” la op. 2 nº 1 se nos presenta como una “Appassionata aérea” en relación a su hermana mayor: aquí la condensación no es suficiente para desencadenar la tempestad como ocurrirá en el Op. 57 si bien el cuarto movimiento prestissimo ya anuncia algo en tal sentido. Bien digo más “aérea” porque en esta sonata vemos la influencia-enseñanza de Haydn y la huella de su claridad mental: en esto Papá Haydn era un verdadero Maestro; proporcionó a su alumno la estructura, los cimientos y el arte de confeccionar los planos para mantener un andamiaje. La tormenta –física y psíquica- donde todos los diques caerán se desencadenará en la “Appassionata” verdadera catarsis-tromba marina donde el aire y el agua perecen trocarse en el mismo elemento.

El comienzo de la sonata nº 1 ya muestra la esencia, la herencia y ciertos arquetipos que atravesarán todo el Ciclo de las “32”. Y también el resto de sus obras. Aquí vemos el “Beethoven negro” y el «Schwarzspanier» es decir “El Español negro” como le apodaban en la época. (En entregas anteriores ya me he referido a la Casa de Flandes de la línea materna y la cuestión mora del árbol genealógico). Estos aspectos más la Escuela de Mannheim están presentes. Comencemos por ésta. La sonata comienza al estilo de la citada escuela fundada por el violinista y compositor Johann Stamitz. (Un ejemplo de este estilo corresponde al inicio del cuarto movimiento de la sinfonía en Sol menor K 119 de Mozart). El llamado ‘Mannheim Rocket’ que si bien en la época no había cohetes sí había fuegos articiciales, invento de los chinos, y precisamente la sonata nº 1 comienza con una salto por elevación tratando de alcanzar el cielo. El distinguido poeta alemán Christian Friedrich Schubart expresó lo siguiente: “ninguna orquesta en el mundo se puede comparar con la de Mannhein en cuanto a interpretación. Su ‘forte’ es un trueno, su ‘crescendo’ una catarata, su ‘diminuendo’ un río cristalino, murmurando a lo lejos, y su ‘piano’ un soplo primaveral”.

Veamos lo que dice un representante de la ‘vieja generación’ en este caso Leopold Mozart en una carta a su hijo Wolfang Amadeus: “…trata por todos los medios de no incurrir en el gusto amanerado de los mannheimenses”.

El primer movimiento Allegro en 2/2 comienza con una anacrusa y una serie ascendente correspondiente al acorde de Fa menor. Culmina en una negra con punto y como cola un arabesco-tresillo. Se repite el diseño y luego se comprime rematando en un grupeto –también arabesco-. La mano izquierda acompaña con acordes que irán en forma de progresión ascendente. Primer resultado: fuerte sabor a “El Español” tanto en lo musical como en lo visual: melodías y azulejos ‘mudéjar’. Como ya señalé está en 2/2, alla breve, ¿qué sucede si se toca en 4/4? Aquí el ritmo toma otro carácter, otro énfasis: se convierte en un ritmo afro. Ud. notará que sonará aproximadamente así: un-pápápá/pú. Segundo resultado: “El Beethoven negro”.

Hay compositores que componen para el piano (Chopin). Otros en cambio lo hacen en términos orquestales. Tal es el caso de Beethoven. Esta sonata está planteada bajo el esquema de un cuarteto de cuerdas y de efectos orquestales. Podemos apreciar los pizzicati, el spiccato, i portamenti, los upbow y los downbow, es decir arcos que suben y que bajan, etc.

El segundo tema –recordemos que el primero era la serie ascendente al estilo de la K 119 de Mozart- aparece como la aproximación invertida del primer tema. Llama la atención la disonancia (9ª menor) que se produce. Idem el juego de sforzandi . La forma es revolucionaria. Nadie hasta ese entonces había compuesto en tal forma. Tampoco nadie hasta entonces había sido tan meticuloso en las instrucciones: Beethoven marca con espressione, por ejemplo.

El segundo movimiento es un Adagio en Fa Mayor que ya había sido utilizado por Beethoven en el cuarteto con piano nº 3 en Do Mayor WoO 36. Es un delicioso Adagio que también sigue el esquema del cuarteto de cuerdas.

El tercer movimiento Menuetto tiene carácter inquietante con cierto tinte siniestro. Está en las antípodas del Minué de Paderewsky por ejemplo. Y no lo digo a título peyorativo. Todo lo contrario me parece una fina pieza de salón donde las reglas son claras y permite que nuestra imaginación vuele hasta una sala con arañas de cristal y cortinados..., etc. En cambio aquí el panorama es ambiguo. Si bien no es la época pero el carácter de este movimiento bien podría sonorizar el ‘Relato soñado’ de Arthur Schnitzler –obra de cabecera de Freud-. El trío está en modo mayor y podemos apreciar un pasaje en 4tas y 6tas (al igual que en los conciertos Op. 15 y Op. 19 y en la sonjata Op. 101).

El cuarto movimiento Prestissimo alla breve es fantasmagórico y visionario. Como una criatura que emerge en la oscuridad. ¿Ud. quería Sturm und Drang? Parece anticipar Der Erlkönig de Schubert. La mano izquierda en tresillos asemeja un ‘rotor’ y también asemejan un tremolar de la guitarra según me lo han confirmado mis amigos guitarristas. (Llama la atención por qué Beethoven teniendo tantas amistades con guitarristas no haya producido para este instrumento. Aunque según las últimas investigaciones al parecer sí. Abordaremos el tema). La parte central está en modo mayor y asemeja un oasis. La mano derecha canta y la izquierda mantiene el esquema arquetípico un-tatata un-tatata sobre esta base se eleva la melodía pero una remite a la otra. Hablamos de oasis pero nos preguntamos ¿no será un espejismo acaso? El movimiento no tiene coda. Las ráfagas de Fa menor se precipitan en un abismo. Y ahora los dejo porque sentí un ruido en la chimenea. Hasta la próxima.




Al piano: Wilhelm Kempff





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