UNA DE LAS OBRAS CUMBRES DE LA LITERATURA PIANÍSTICA ANALIZADA Y COMENTADA POR EL PIANISTA MTRO. SERGIO ELENA.


Nº 16. Op. 31 nº 1


"¿Alguna vez ha estado en una vieja casa de campo en el medio de un antiguo parque al estilo europeo con una murmurante fuente? Cuando las grandes persianas venecianas se abren la luz entra en un mundo ya hace mucho tiempo desaparecido, un mundo de alfombras, de muebles de todas las épocas, con una vieja espineta y un olor a hojas de rosas marchitas. La atmósfera de la antigua casa llena a uno de nostalgia de un pasado en el que todavía hay tiempo para intercambiar dulces secretos con las flores y escuchar pájaros al atardecer". Esta poética descripción de exquisita sensibilidad del gran Edwin Fischer, que nos hace reflexionar sobre los alcances de la belleza etérea e inaprensible, nos remite al escenario donde se desarrollará, como veremos a continuación, 'La Parodia' del segundo movimiento Adagio grazioso de la sonata nº 16 Op.31 nº 1 en Sol Mayor. 

Beethoven comentó a su amigo el violinista de Bohemia Wenzel Krumpholz lo siguiente: "no estoy satisfecho con mis obras hasta la fecha; a partir de ahora tomaré un nuevo camino". El resultado de este nuevo camino son las tres sonatas del Op.31 compuestas entre 1801 y 1802. La nº 16 conocida en la época como Las Hespérides de estilo y humor Haydinianos, la nº 17 La Tempestad una verdadera masterpiece, y la nº18 con su joie de vivre conocida como La Caza y también como Sonata de La Codorniz. Según lo expresado por Beethoven no podemos dejar de preguntamos: ¿dónde radica la disconformidad con lo logrado hasta la fecha en materia de sonatas? ¿Se trata de un nuevo punto de partida o de un punto de llegada? ¿Cuáles fueron sus reales móviles? Cuestión de difícil elucidación que toca las fibras más íntimas del artista; nuestra aproximación en definitiva será meramente tentativa. No obstante podemos señalar dos aspectos que se vinculan poderosamente entre sí: por un lado no debemos olvidar que el Sturm und Drang avanza; por el otro Beethoven con este tríptico da fuertes señales que el pianoforte está llegando al límite de sus posibilidades: las sonatas están concebidas y exigen otro 'aliento pianístico', los espacios 'interteclales' exigen mayor amplitud, la movilidad y tracción implican una mayor utilización del brazo, el concepto de maniobrabilidad en espacios pequeños y sutilezas del dedo acorde al pianoforte van quedando o han quedado atrás; en definitiva: nos alineamos -como bien señala V.Horowitz- con los conceptos de Clementi como padre del piano moderno.

La sonata nº 16 no lleva dedicatoria. En una carta de abril de 1801 dirigida a su editor Hoffmeister, Beethoven nombra a una enigmática dama y el encargo de una sonata 'revolucionaria'. ¿Una cantante tal vez? ¿O acaso en su mente Beethoven ideaba un plan referido a una ópera que bien podría llamarse Las Hespérides en tres actos-movimientos correspondiendo cada uno a las tres Ninfas -las hespérides- que vigilaban aquel maravilloso jardín en un lejano rincón de occidente y El Árbol de las Manzanas de Oro? Jardín con dragón incluido cuya misión era vigilar a las Ninfas bajo las estrictas recomendaciones de la legendaria diosa Hera.

La sonata Op.31 comienza desafiando las leyes de la gravedad. ¿Dónde se ha visto que la mano derecha anteceda a la izquierda? Si Ud. escucha las viejas grabaciones del gran Alfred Cortot o de Wilhelm Backhaus al viejo estilo se puede apreciar que la mano izquierda precede a la derecha para delinear o dar énfasis a la melodía. Cosa que por cierto es natural. Pero no lo contrario: imagine que Ud. va a jugar al golf y en lugar del palo golpear a la pelota para dirigirse al hoyo, la pelota sale del hoyo para golpear al palo; o que a Ud. le inviten a a tomar el té un grupo de damas distinguidas, y para su sorpresa al llegar las encuentra sentadas pero en el techo siguiendo la 'línea de la plomada' (!) (Probablemente Ud. les sugiera que la ambientación sonora ideal para el evento sería 'El Murciélago' de J. Strauss).

El primer movimiento Allegro vivace comienza con una frase en Sol Mayor. Esta misma frase se repite a los pocos compases en Fa Mayor o sea un tono más abajo, el mismo efecto ocurrirá más adelante en el inicio de la Waldstein. Esto bien puede remitirnos con mucho humor a las vocalizaciones de los cantantes. El mismo movimiento pareciera introducirnos en un mundo operístico al estilo haendeliano y a su montaje: un castrato emplumado bajando de una nube, un dragón de cartón pavoneándose al son de la sacudida de unas latas entre bambalinas para emular los truenos de la tormenta; una prima donna al mejor estilo de La Diva Plavalaguna, etc. (Recordemos que el músico a quién más admiraba Beethoven era Haendel. El propio Haendel debió lidiar con divos y divas. En una ocasión uno le increpó: si no tocaba la pieza como él quería literalmente agarraría el clave a patadas, a lo que Haendel sin inmutarse respondió: "bueno avísame cuando vayas a hacer eso porque estoy seguro que al público le gustará más verte patear un clave que oírte cantar"). Pero también la presencia anticipatoria de Schubert se da cita dentro de este contexto en la codetta melancólica antes del desarrollo. Las escalas y arpegios zizagueantes, a la par que demandantes, combinan el sentido del humor con toques de severidad para desembocar en una extensa y encantadora coda.

El segundo movimiento Adagio grazioso pre-rossiniano es según el gran Alfred Brendel , en su extraordinario libro El Humor en la Música, una parodia a los cantantes. Por supuesto esta afirmación, a la que adhiero completamente, ha provocado profundos malestares en el mundo de la lírica. Pero lo cierto es que la mencionada parodia está hecha con tal clase y sentido del humor que es imposible sustraerse a ella. Vemos las fiorituras, la coloraturas hasta las poses y los gestos. Va desde el portamento y el staccato al legato de la sección central y al perlé cantabile. Luego del Adagio sostenuto de la Hammerklavier este es el movimiento más extenso. Pero deliberadamente es así. Su forma es A B A. La mayor dificultad tal vez consiste en mantener el interés a través de un material que raya en lo exterior y que nos presenta un Beethoven, una faceta, un tanto diferente. Una vez más: deliberadamente es así. Justamente en su proyección exterior y en el manejo de querer hacernos creer que pasa de todo, cuando en realidad no pasa nada, es que radica su virtud. Solo un gran maestro es capaz de semejante logro.

El tercer movimiento Rondo Allegretto es jovial, alegre acogedor. Desde el gassenhauer inicial-especie de silbido o cancioncilla callejera de Viena-, que se desplegará a lo largo del movimiento, hasta la interesante sección contrapuntística media para desembocar en un final sumamente ingenioso y muy, muy divertido. Finalmente ambas manos se encuentran luego de varios ensayos y 'tumbos' en complicidad con cadencias y silencios. Fin de Las Hespérides, El Dragón, Los Cantantes y La Gravedad.

Y ahora los dejo porque me esperan en el Juzgado unas Cantantes. Luego, a tomar el té, siguiendo por supuesto la dirección de la plomada, en casa de Lady Beba von Flüsse. Hasta la próxima.


Piano: Wilhelm Kempff

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El mensaje será publicado después de aprobado.
Muchas gracias.