UNA DE LAS OBRAS CUMBRES DE LA LITERATURA PIANÍSTICA ANALIZADA Y COMENTADA POR EL PIANISTA MTRO. SERGIO ELENA.


Sonata nº 24 Op.78 en Fa# Mayor




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A Thérèse y Maldonado', corresponde. Bien que la sonata Op.78, compuesta en 1809 apodada 'A Thérèse', -una vez más idea del editor por estar dedicada a la condesa Thérèse von Bunswick, hermana de Josephine, de quien ya nos hemos ocupado en entregas anteriores-, podría considerarse como la Appassionata + 1. A partir de aquí comenzamos a ver los efectos visibles de la abreacción, de ese delicado y complejo proceso, de esa elaboración interna beethoveniana y sus resultados. Ya las tempestades, las 'combustiones' a las que el Ser ha sido sometido han quedado atrás. Y al igual que el legendario Jonás, Beethoven parece haber prendido su pipa en el interior de La Ballena. Como resultado de tal acción ha sido catalputado, elidido -en el sentido de expulsar hacia afuera- del interior de los cavernosos abismos para finalmente alcanzar la orilla. Y bien digo pipa, porque enseguida nos remite al humo, o a su cortina, esa misma y tan enigmática con la que Beethoven cubrirá como extensión de sí mismo a las últimas sonatas del ciclo.

Hemos señalado a la Waldstein como una sonata 'fotónica' por su gran luminosidad, por su 'take off' pianístico; pero, y a diferencia del Op.78, es una luz emparentada con el poderosísimo destello de un faro, y la prueba está, que luego del mismo aparece su contracara: la Appassionata. La Op.78 en cambio se asemeja a la luminiscencia, esa misma que dejan para nuestro deleite las noctilucas en la orilla. Cada noctiluca es una noctiluca, pero miles de ellas producen esa lumniscencia, ese 'continuum luminiscente'. ¿Podemos decir que entonces que cada noctiluca es un sonido? Probablemente sí; pero al igual que cuando contemplamos el fluido resplandor en la orilla una singular sensación nos invade. El gran poeta del piano Edwin Fischer nos dice al respecto de la Op.78: 'hay un sentido, un significado en cada nota que podemos sentir pero que no podemos explicar'.

La tonalidad de Fa# Mayor es ideal para destacar estos aspectos arriba señalados. Es una tonalidad más íntima a la par que poco transitada. Reinecke señala algo a tener muy en cuenta: probablemente esta sonata haya sido siempre -o casi siempre- tocada en privado.

Beethoven sentía especial afecto por ella. Le molestaba de sobremanera cuando elogiaban, por ejemplo, la Op.27/2 'Claro de Luna'. Enseguida respondía con vehemencia 'que no podía comprender estos juicios habiendo sonatas muy superiores como el caso de la Op.78'. Esto puede atribuirse a razones personales: la dedicatoria a Thérèse von Brunswick nos lo sugiere con gran fuerza. Pero una cosa no podemos soslayar: la sonata muestra un nuevo estilo. Si la juzgamos en los mismos términos que al Op. 53 y 57 estaríamos errando nuestra apreciación. Algo un tanto similar ocurría con la Op.54: una sonata de carácter experimental que, como ya señalábamos, debe ser entendida secuencialmente. Pero tal vez aquí, con la Op.78, debemos ser aún más cuidadosos en la observación, insisto: post Appassionata somos testigos -privilegiados- de la visualización de los procesos internos y elaboración beethoveniana.

Al igual que la Op.54 la Op.78 consta de dos movimientos. Charles Rosen enfatiza que a pesar de ello no es en absoluto una obra modesta. Veamos por qué. El Adagio cantabile de tan solo cuatro compases con que inicia el primer movimiento, no es comparable a ninguna otra introducción que hayamos visto. Pero ese es el punto: en realidad no se trata de una introducción. ¿De de qué se trata entonces ? Se trata de un fragmento que tiene vida por sí mismo pero que es demasiado breve para ser autónomo. Precisamente se diferencia de una introducción porque en las estructuras clásicas del siglo XVIII una introducción nunca es un ente completo. ¿Recuerdan cuando mencionábamos a las noctilucas? Son seres individuales pero, y al igual que los arrecifes de coral, viven en colonias. De lo contrario no sobrevivirían. Lo mismo ocurre con este fragmento: si bien es un ente individual es demasiado breve para tener una existencia independiente aislada del movimiento. Cuatro compases entonces que conectan con el Allegro ma non tropo y que no se repetirán. Cuatro compases que tienen la inmediatez espontánea de crearnos un ambiente, un clima, y que condensan la potencia lírica que será la tónica del primer movimiento. Beethoven continúa y a la vez redefine el concepto de arabesco planteado en la Op.2/1. Allí dentro del marco del Fa menor la orientación psicológica es diferente. Recordemos lo ya señalado en entregas anteriores a propósito de esto: para Jean Chevalier el arabesco 'es el símbolo del símbolo: revela velando y esconde desvelando'. Anticipando a Schubert cada arabesco parece entrejerse producto de la improvisación; pero por sobre todo producto de esa elaboración a la que hacíamos referencia. Al igual que en su seguidor Franz Schubert, trascienden la mera ornamentación y el oropel decorativo. Beethoven parece adelantarse un paso más en lo que refiere a las técnicas motívicas tradicionales aprendidas de Bach y de Haydn referentes a la aumentación y la expansión. Pero volvamos a lo señalado por Chevalier: los arabescos de la Op.2/1 y los contorneos de esa especie de 'guante negro' que irrumpe en el 3er. mov. de Appassionata para iniciar una danza deforme, y que se nos presentaban y antojaban tan enigmáticos, aquí parecen trocarse en su opuesto. Una vez más: Beethoven teje un velo sobre sí mismo: su manera de componer cambia, 'el dibujo' de su partitura cambia. Y ello llegará al summum en la trilogía final, es decir en sus sonatas Op.109,110 y 111. En esta última en el segundo movimiento, Beethoven vuelve a redefinir su concepto de arabesco, como ya veremos en una próxima entrega.

El segundo movimiento Allegro vivace es LA expresión del júbilo, del afecto. El sentido del humor atraviesa todo el movimiento que concluye sin estridencias. Curiosamente Beethoven introduce el tema de la canción patriótica Rule Britannia -texto de James Thomson y musicalizada por Thomas Arne en 1740-, de la cual Beethoven ya había compuesto un set de cinco variaciones WoO 79 en 1803. Czerny cuenta que Beethoven al tocar este movimiento acortaba el valor de la segunda semicorchea del diseño -diseño de dos semicorcheas ligadas- lo cual aumenta el efecto íntimo-sonriente. Durante muchos años dejó de tocarse así en favor de la ejecución convencional. ¿Será acaso la inclusión del Rule Britannia una 'leg-pull' a los ingleses por los resultados de la alianza anglo-austríaca, en el marco de la Quinta coalición en la Batalla de Wagram de 1809 contra Napoleón? Sea como fuere con el más fino British Humour.


Sergio Elena


* La imagen 'Luz propia en el Mar de Rocha al fotógrafo Diego W.eisz

Wilhelm Kempff interpreta la Sonata Nº 24 Op. 78:






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