UNA DE LAS OBRAS CUMBRES DE LA LITERATURA PIANÍSTICA ANALIZADA Y COMENTADA POR EL PIANISTA MTRO. SERGIO ELENA.


Nº 22, Op. 54



La sonata nº 22 Op. 54 en Fa Mayor compuesta en 1804 no goza de popularidad. Del Ciclo de las ‘32’ es la gran relegada y hasta me atrevo a decir menospreciada por los pianistas. Se han referido a ella como ‘enigma’, ‘rara’, ‘incomprensible’. Para complicar aún más las cosas Beethoven por primera y casi única vez colocaba a esta sonata un número de orden además del número correspondiente de publicación: 51. ¿Qué significa este 51? Hasta el día de hoy nadie lo ha aclarado. ¿Qué hace esta sonata de apenas dos movimientos y de 12 minutos aproximadamente de duración en medio de dos monumentos del teclado como los son la Waldstein y la Appasssionata? Como decía mi querido amigo beethoveniano el gran poeta Mario Trejo cuando un punto de vista no le satisfacía: ‘no se puede evaluar en estos términos’. En efecto, si consideramos estas dos sonatas -Op.53 y 57- como dos pilares no debemos olvidar que el arcano no se halla ‘en’ las columnas sino ‘entre’ las columnas, y no siempre bajo la forma de éstas. Lo mismo sucede cuando Ud. contempla el paisaje montañoso: el valle está entre las montañas y no ‘en’ las montañas. La Op. 54 tiene mucho de experimental. Por eso también debemos entenderla secuencialmente. Al igual que la sonata Op.78 también en dos movimientos, ambas nos muestran los complejos procesos internos que a través de estas dos sonatas –y más todavía aún en la Op.78- parecieran moverse en otra dirección. Luego de la gran catarsis que significara la Appassionata, la abreacción comienza a manifestarse luego de cinco años con la aparición del Op. 78 en Fa# Mayor y su nueva luz. Proceso que continuará y se afirmará en el tercer estilo beethoveniano, es decir desde la Op.101 a la 111. Por ello insisto una vez más: la sonata Op.54 en Fa Mayor que hoy nos convoca, debe ser entendida dentro de ese eslabón secuencial.

Tanto la Waldstein como la Appassionata oficiaron de naves madres, de potentes polos planetarios de atracción gravitatoria, de las cuales se desprendieron la Op.54 y 78. ¿Podemos entonces hablar de satélites de las colosales Op.53 y 57? Sí, pero que se desprendieron de sus respectivas sonatas-planetas para seguir con autonomía sus respectivos rumbos. Observemos entonces la ruta de la Op.54. Inicialmente concebido como movimiento lento de la Waldstein el Andante favori en Fa Mayor formaba parte de ésta. Como ya señalé en otra entrega, Beethoven en sabia decisión luego lo cambia por una Introduzione Adagio molto de menores dimensiones. El mismo año de 1804 y también en Fa Mayor aparece la sonata Op.54. Curiosamente y siguiendo la ruta del Fa Mayor, ambas obras comienzan con una anacrusa; y si miramos aún más atrás siguiendo el hilo conductor de esta tonalidad, vemos que el segundo movimiento de la sonata Op.2 nº 1 y el comienzo la Op.10 nº 2 también comienzan en anacrusa. Un Andante que se ‘independiza’ y que se convierte en favori, es decir en favorito del público, y que a su vez se comprime en un Adagio, verdadera joya de condensación y transmutación, y que además se da el lujo de actuar como catalizador para una sonata de carácter experimental pero, como ya señalaba Charles Rosen, ‘una sonata que posee una poesía oculta que no se revelará con facilidad, y que resistirá una prueba que la cuestione’.

El primer movimiento In tempo d´un menuetto se nos presenta como ‘quasi spartano’. Es decir hay una extremada sobriedad de medios. Se ha despojado de todo lo accesorio y esa es precisamente su virtud. Presenta dos temas el del menuetto propiamente dicho, y un tema en octavas que irrumpe abruptamente. Este segundo tema sin embargo da la impresión de estar subordinado al primero. Tenemos dos personajes que ya hemos visto en sonatas anteriores: ¿el retorno del Dragón en diálogo con La Ninfa? ¿La Bella y La Bestia? ¿La Campiña y La Tormenta? ¿Mr. Jekyll y Mr. Hyde? Otra hipótesis que se desprende del diseño en octavas, que bien puede asemejarse a las vocalizaciones de los cantantes, es que una vez más nos encontremos frente a la herencia haendeliana de ‘primas donnas y donnos primos’ al igual que en el Adagio grazioso de la Op.31 nº 1. La forma de este movimiento es A B A B Coda (A). Al igual que en el segundo movimiento Andante con moto del glorioso concierto nº 4 Op.58 y siguiendo la caracterización de Liszt de Orfeo y su lira aplacando a Las Furias, aquí La Bella ha logrado el mismo efecto sobre La Bestia.

El segundo movimiento Allegretto en 2/4 produce una sonoridad encantadora. Es un perpetuum mobile. La excesiva velocidad automáticamente puede convertirlo en un estudio al mejor estilo de Carl Czerny. Debemos ser muy cuidadosos y evitar la ‘czernyzación’ para así descubrir las armonías ocultas y las relaciones dentro de los arpegios. Este movimiento presenta una gran analogía con el Allegro final de la sonata Op. 26 ‘Sonata de la Marcha fúnebre’. El gran Edwin Fischer, poeta del piano al referirse a esta sonata nos habla 'del elemento agua como símbolo presente de permanente renovación'. Por lo tanto si Ud. se deja llevar y permite que el élan fluya se sintonizará con una experiencia auténticamente heracliteana.

Sergio Elena





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